lunes, 28 de julio de 2014

EN EL CORAZÓN DE LA BENGALA INDIA


 por José PAZ RODRÍGUEZ (Didacta y Pedagogo Tagoreano)



   SANTINIKETON, LA MORADA DE LA PAZ DE TAGORE, ES UN INMENSO
                  BOSQUE Y JARDÍN, CON MÚLTIPLES CENTROS EDUCATIVOS
SE ENCUENTRA A UNOS 150 KILÓMETROS DE CALCUTA POR TREN

 Desde 2001, en que se cumplió el centenario de la escuela nueva creada por Tagore en diciembre de 1901, paso en Santiniketon periodos de tres meses y de seis meses a partir del año 2010. Por todo el año tengo alquilada una hermosa casa con jardín y en medio del bosque, en el mismo campus tagoreano y a diez minutos a pie del museo-biblioteca Tagore, donde investigo sobre sus múltiples facetas de educador, escritor, músico, pintor, filósofo y pensador. Santiniketon es hoy una hermosa localidad situada en el corazón del estado indio de Bengala, en plena naturaleza y a tres kilómetros de la ciudad de Bolpur. Este lindo lugar alberga un bosque centenario con árboles milenarios y tiene una superficie aproximada de unos 25 kilómetros cuadrados. El terreno que lo sustenta fue adquirido por el padre de Robindronath Tagore, Devendronath, en el año 1863, para su retiro espiritual y para meditar. El lugar donde meditaba, y luego lo hicieron sus hijos mayor y menor, sigue hoy siendo el corazón de aquel lugar, donde en las fiestas principales se concentran las gentes de forma especial. Lleva el nombre de “Chatimtola”, que significa bajo el árbol chatim, especie arbórea típica bengalí. Este lugar tan hermoso se encuentra por tren a unos 150 kilómetros de la capital del estado de West Bengal, Calcuta, hoy con el nombre oficial de Kolkata y com más de 12 millones de habitantes. Conocí este lugar por primera vez en diciembre de 2001, al asistir a los actos del centenario de la escuela nueva, la primera de Oriente, creada por Tagore el 23 de diciembre de 1901. Quedé tan maravillado e impresionado, que me comprometí a mi mismo a visitar este lugar cada año, por tres meses, durante el invierno. Desde Calcuta, la mejor alternativa para llegar a este auténtico paraíso es utilizar alguno de los más de diez trenes que salen a diario de las dos grandes estaciones calcutenses, Howrah y Sealdah. El tren mejor que va hasta Bolpur y vuelve, se denomina Santiniketon Exprés, con salida diaria a las diez y diez de la mañana. Por la tarde, a las tres y media es bueno también el Intercity, que tiene como destino la ciudad de Malda y se detiene en la estación de Bolpur. A ambos trenes les lleva unas dos horas y media el trayecto hasta Santiniketon. Para llegar a la estación más importante de Howrah es necesario cruzar el puente sobre el río sagrado Hugli, afluente del Ganges. Cruzar este puente de hierro (lo normal es en taxi, pues los autobuses van repletos), es todo un espectáculo. Lo cruzan cada día más de un millón de personas, a pie, en coche, en autobús y en carros cargados con todo tipo de cosas y enseres. Desde la zona vieja de Calcuta, sin duda la más interesante y atractiva, lleva cerca de media hora llegar a la estación. Los mozos que cargan los bultos se pelean por llevártelos. La estación es otro grande espectáculo. Llena de vida, salen de ella y entran infinidad de trenes procedentes de todos los estados, ciudades y lugares del gran continente indostánico. Miles y miles de viajeros van y vienen. Otros esperan. Y de paso todos disfrutamos con el espectáculo de los músicos ambulantes, de los encantadores de serpientes, de los vendedores de todo tipo de cosas : frutas tropicales variadas, té, café, frutos secos...La verdad es que resulta del todo imposible aburrirse. Cada segundo tienes una cosa para ver, oír y oler. Y si quieres también para ejercitar el sentido del gusto. El billete en vagón normal no cuesta más de setenta rupias, que equivale a menos de un euro. Ir en estos vagones tiene la ventaja de relacionarte mejor con los viajeros, en este caso mayoritariamente bengalíes, alegres y bondadosos, y conocer la realidad más en directo. A esta gente encantadora le gusta mucho hablar y cantar. Existe un vagón climatizado en el que el billete cuesta cinco veces más.
Es cómodo para descansar en el viaje o para dormir, pero no tiene la vida y el encanto de los otros. Los extranjeros tenemos siempre derecho a asiento, pues existen siempre algunos reservados para los forasteros. No debemos olvidar que en la India los extranjeros somos sagrados para ellos. El tiempo que dura el viaje pasa sin uno darse cuenta. A cada momento aparece alguien para entretenernos. El músico y cantante, que ya es nuestro amigo, que acompañado con su harmonio nos deleita con las hermosas canciones de Tagore en bengalí. En algunas que conozco, y se cantar, lo acompaño. El músico ambulante “baúl” que toca su ektara de una cuerda y canta sus lindos cantares devocionales. Los chicos disfrazados que relatan antiguas leyendas indias. Numerosos vendedores de té, café, frutos secos, frutas y otros utensilios. El limpiabotas que te lustra los zapatos fantásticamente, como buen profesional del oficio, por cinco rupias. Los vendedores de periódicos, libros y revistas en inglés, bengalí y hindi.Y también los que solicitan una limosna porque son ciegos o minusválidos. Entre cada uno de estos “espectáculos” disfrutamos del paisaje verde de los campos de arroz y de patatas. De los terrenos llenos de flores amarillas de las plantas de mostaza, de la que sacan el aceite. De los miles de aldeas con sus palmeras, sus platanares y cocoteros y su estanque, llamado “pukur”, al lado. De los campesinos detrás de los arados, tirando de los bueyes o búfalos, o sobre los carros de vacas caminando por los senderos. De los múltiples pájaros de colores. En el itinerario pasamos por la antigua ciudad portuguesa de Bandel, por el distrito de Hugli, lleno de jardines con flores, y por la ciudad de Bordomán, importante nudo ferroviario, que nos recuerda nuestra Ourense. Al llegar a la estación de Bolpur todo tipo de rixaks (taxis de tres ruedas tirados por ciclistas) y coches, quieren llevarnos a Santiniketon, el lugar tagoreano situado a menos de tres kilómetros.

 EN LA MORADA DE LA PAZ
    El lindo nombre de Santiniketon se lo puso Devendronath, el padre de Tagore. Compuesto de dos palabras sánscritas “Santi”, que significa “Paz” y “Niketon” que es “Morada”, por lo que el nombre completo viene a significar “Morada de Paz”. La verdad es que este lugar es un auténtico paraíso de paz. Mi deseo en el futuro es crear aquí un Centro Cultural de intercambio de alumnos y profesores de Oriente y Occidente, gran ilusión de Tagore y todavía hoy sin hacerse realidad. También me gustaría crear en la nueva Facultad de Idiomas recientemente construida una sección de Estudios Latinos, para la difusión de la lengua y literatura castellana y gallego-portuguesa. Paralelamente estoy moviendo a los tagoreanos que existen en el mundo y a los diferentes Centros Tagore de varios países, para lograr que la UNESCO declare Santiniketon como “Patrimonio de la Humanidad”. Pero antes hay que conseguir que los dirigentes de la universidad tagoreana de Visva-Bharoti (“Sabiduría Universal”) traten de recuperar muchos de los principios y modelos educativos que Tagore puso en práctica en su día y mientras vivió.


    Cuando Robindronath tenía 40 años, después de cuidar de las propiedades familiares en la Bengala Oriental, hoy de nombre Bangladesh, decidió crear la primera escuela nueva de Oriente, al estilo de las escuelas nuevas europeas, sin perder el sentido espiritual de la cultura india y los santuarios del bosque de su país. Una escuela nueva modélica que yo considero la más completa de todas las que han existido en Europa y el resto del mundo (algunas de las que todavía funcionan hoy). Para crearla consiguió el permiso de su progenitor que, para este noble fin, le cedió la gran finca de Santiniketon. El día 23 de diciembre de 1901 inauguró la escuela y realizó así su gran sueño que acariciaba desde hacía tiempo. Tagore quería crear una escuela en la que los niños fueran felices, distinta a las que el mismo tuvo que sufrir durante su infancia en su ciudad natal calcutense, por lo que pronto abandonó la enseñanza. Para recibir clases particulares con distintos preceptores en el palacio familiar de Thakurbari, en el lindo barrio de Jorasanko de Kolkata, donde hoy está instalado un hermoso museo.
    Durante los más de ciento trece años de vida, esta escuela, situada en un bosque inmenso de árboles centenarios, y algunos milenarios, se fue configurando como un gran complejo educativo. Con una extensión similar a la que tiene la ciudad de Ourense, funcionan todavía hoy allí todo tipo de centros educativos. Desde escuelas infantiles para los niños y niñas de la zona y los de las aldeas próximas, a escuelas primarias, secundarias, de formación profesional, granjas-escuelas, artes y oficios, escuelas artesanales, etc., hasta doce facultades universitarias, de las que las más antiguas son la de Bellas Artes (“Kola-Bhavon”) y la de Música, Danza y Teatro (“Songuit-Bhavon”), fundadas ya en 1918. Todos estos centros de enseñanza superior se agrupan en la Universidad Internacional, creada por Tagore el 23 de diciembre de 1921. A la que le puso el nombre de “Visva-Bharoti”, que significa “Sabiduría Universal”. Todo este complejo educativo depende en la actualidad, ya desde 1951, diez años después de morir Tagore, su creador, del gobierno central de la India. Por lo que el rector es el primer ministro de la República, aun cuando, como es natural, hace allí las veces de rector un vicerrector, que en bengalí lleva por nombre el de “Upacharyo”. Con más de cinco mil estudiantes y con numerosas residencias estudiantiles, con centros dedicados a las culturas china, japonesa, tibetana e india, el lugar es algo fantástico, digno de ver, visitar y conocer. Puedo señalar, sin temor a equivocarme, que no existe flor, ni pájaro, ni árbol, ni planta, en el mundo que no exista también en Santiniketon.
Porque Robindronath era un gran amante de la naturaleza. Aun cuando aquí hay varios y hermosos edificios, y varias casas en las que Tagore residía, el cual tenía que mudar de residencia cada cierto tiempo, las aulas, mayoritariamente, porque el clima lo permite, se dan al aire libre. Cada árbol es una clase. Debajo se sientan los maestros y los estudiantes, sobre las esterillas que portan, alrededor. En las ramas de estos árboles, algunos de ellos mangos, cantan los más lindos pájaros de Bengala. Y, por si fuera poco, en los alrededores de Santiniketon, hay un gran bosque de ciervos y un lago, con sus árboles de ribera, donde descansan las aves migratorias que vienen de Siberia buscando un clima más cálido. Numerosas aldeas, en las que viven los habitantes de las tribus más antiguas  del continente indio, llamados “Santales”, y que la mayoría son cristianos, le dan vida y colorido a este mundo tagoreano. Donde, lo confieso, todos los días que aquí paso soy enormemente feliz. Muchos ciudadanos de Calcuta, con poder adquisitivo, han construido en los alrededores de Santiniketon numerosos y hermosos chalets con amplios jardines, que hacen de este lugar algo privilegiado. Porque además de la maravillosa naturaleza, la luz brillante del sol y el más hermoso cielo nocturno estrellado y sin contaminar, la alegría de sus pobladores está siempre presente. Una estela tagoreana a la entrada dice : “Esta escuela no es una jaula, sino un nido”. Lo cierto es que aquí se llevan a la práctica de forma perfecta y completa los principios tagoreanos de verdad, bondad y belleza, la paz, la generosidad y el respeto por todo lo que tiene vida, por todas las filosofías, todos los idiomas y todas las etnias y religiones. El propio Tagore, que también fue un músico excepcional, compuso, letra y música, la canción-himno de Santiniketon, que expresa de forma diáfana el sentido de su escuela. La letra de la misma es :La Santiniketon, la amada de nuestros corazones, es nuestra, y nuestros sueños los mecemos en sus brazos. Su cara, cada vez que la miramos, es nueva maravilla de amor; porque es nuestra la amada de nuestros corazones. Nos reunimos a la sombra de sus árboles, en la libertad de su cielo abierto, y sus auroras y sus anocheceres nos bajan los besos del cielo, y nos hacen sentir, cada vez, que es nuestra la amada de nuestros corazones. El susurro del bosque le inquieta su paz sombría, y sus macizos de amlaki se estremecen con la embriaguez de las hojas. Por lejos que vayamos, vive en nosotros y a nuestro alrededor. Teje nuestros corazones en una canción, y nos hace uno en la música, afinando nuestras cuerdas de amor con sus dedos. Y nunca olvidamos que es nuestra la amada de nuestros corazones”.
    Aconsejo a mis lectores la consulta en internet de la página www.visva-bharati.ac.in. Y la lectura de dos libros de Tagore : los que llevan por título Morada de Paz (Shantiniketan), editado en Buenos Aires por la editorial Losada, y Hacia el hombre universal, editado en Barcelona por editorial Sagitario.

                                      Santiniketon (Bengala-India)- Ourense (Galiza).-Año 2014

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