por José PAZ
RODRÍGUEZ (Didacta y Pedagogo Tagoreano)
SANTINIKETON, LA MORADA DE LA PAZ DE
TAGORE, ES UN INMENSO
BOSQUE Y JARDÍN, CON MÚLTIPLES CENTROS
EDUCATIVOS
SE ENCUENTRA A UNOS
150 KILÓMETROS DE CALCUTA POR TREN
Desde 2001, en que se
cumplió el centenario de la escuela nueva creada por Tagore en diciembre de
1901, paso en Santiniketon periodos de tres meses y de seis meses a partir del
año 2010. Por todo el año tengo alquilada una hermosa casa con jardín y en medio
del bosque, en el mismo campus tagoreano y a diez minutos a pie del
museo-biblioteca Tagore, donde investigo sobre sus múltiples facetas de
educador, escritor, músico, pintor, filósofo y pensador. Santiniketon es hoy
una hermosa localidad situada en el corazón del estado indio de Bengala, en
plena naturaleza y a tres kilómetros de la ciudad de Bolpur. Este lindo lugar
alberga un bosque centenario con árboles milenarios y tiene una superficie
aproximada de unos 25 kilómetros cuadrados. El terreno que lo sustenta fue
adquirido por el padre de Robindronath Tagore, Devendronath, en el año 1863,
para su retiro espiritual y para meditar. El lugar donde meditaba, y luego lo
hicieron sus hijos mayor y menor, sigue hoy siendo el corazón de aquel lugar,
donde en las fiestas principales se concentran las gentes de forma especial.
Lleva el nombre de “Chatimtola”, que significa bajo el árbol chatim, especie
arbórea típica bengalí. Este lugar tan hermoso se encuentra por tren a unos 150
kilómetros de la capital del estado de West Bengal, Calcuta, hoy con el nombre
oficial de Kolkata y com más de 12 millones de habitantes. Conocí este lugar
por primera vez en diciembre de 2001, al asistir a los actos del centenario de
la escuela nueva, la primera de Oriente, creada por Tagore el 23 de diciembre
de 1901. Quedé tan maravillado e impresionado, que me comprometí a mi mismo a
visitar este lugar cada año, por tres meses, durante el invierno. Desde
Calcuta, la mejor alternativa para llegar a este auténtico paraíso es utilizar
alguno de los más de diez trenes que salen a diario de las dos grandes
estaciones calcutenses, Howrah y Sealdah. El tren mejor que va hasta Bolpur y
vuelve, se denomina Santiniketon Exprés, con salida diaria a las diez y diez de
la mañana. Por la tarde, a las tres y media es bueno también el Intercity, que
tiene como destino la ciudad de Malda y se detiene en la estación de Bolpur. A
ambos trenes les lleva unas dos horas y media el trayecto hasta Santiniketon.
Para llegar a la estación más importante de Howrah es necesario cruzar el
puente sobre el río sagrado Hugli, afluente del Ganges. Cruzar este puente de
hierro (lo normal es en taxi, pues los autobuses van repletos), es todo un
espectáculo. Lo cruzan cada día más de un millón de personas, a pie, en coche, en
autobús y en carros cargados con todo tipo de cosas y enseres. Desde la zona
vieja de Calcuta, sin duda la más interesante y atractiva, lleva cerca de media
hora llegar a la estación. Los mozos que cargan los bultos se pelean por
llevártelos. La estación es otro grande espectáculo. Llena de vida, salen de
ella y entran infinidad de trenes procedentes de todos los estados, ciudades y
lugares del gran continente indostánico. Miles y miles de viajeros van y
vienen. Otros esperan. Y de paso todos disfrutamos con el espectáculo de los
músicos ambulantes, de los encantadores de serpientes, de los vendedores de
todo tipo de cosas : frutas tropicales variadas, té, café, frutos secos...La
verdad es que resulta del todo imposible aburrirse. Cada segundo tienes una cosa
para ver, oír y oler. Y si quieres también para ejercitar el sentido del gusto.
El billete en vagón normal no cuesta más de setenta rupias, que equivale a
menos de un euro. Ir en estos vagones tiene la ventaja de relacionarte mejor
con los viajeros, en este caso mayoritariamente bengalíes, alegres y
bondadosos, y conocer la realidad más en directo. A esta gente encantadora le
gusta mucho hablar y cantar. Existe un vagón climatizado en el que el billete
cuesta cinco veces más.
Es cómodo para descansar en el viaje o para dormir,
pero no tiene la vida y el encanto de los otros. Los extranjeros tenemos
siempre derecho a asiento, pues existen siempre algunos reservados para los
forasteros. No debemos olvidar que en la India los extranjeros somos sagrados para
ellos. El tiempo que dura el viaje pasa sin uno darse cuenta. A cada momento
aparece alguien para entretenernos. El músico y cantante, que ya es nuestro
amigo, que acompañado con su harmonio nos deleita con las hermosas canciones de
Tagore en bengalí. En algunas que conozco, y se cantar, lo acompaño. El músico
ambulante “baúl” que toca su ektara de una cuerda y canta sus lindos cantares
devocionales. Los chicos disfrazados que relatan antiguas leyendas indias.
Numerosos vendedores de té, café, frutos secos, frutas y otros utensilios. El
limpiabotas que te lustra los zapatos fantásticamente, como buen profesional
del oficio, por cinco rupias. Los vendedores de periódicos, libros y revistas
en inglés, bengalí y hindi.Y también los que solicitan una limosna porque son
ciegos o minusválidos. Entre cada uno de estos “espectáculos” disfrutamos del
paisaje verde de los campos de arroz y de patatas. De los terrenos llenos de
flores amarillas de las plantas de mostaza, de la que sacan el aceite. De los
miles de aldeas con sus palmeras, sus platanares y cocoteros y su estanque,
llamado “pukur”, al lado. De los campesinos detrás de los arados, tirando de
los bueyes o búfalos, o sobre los carros de vacas caminando por los senderos.
De los múltiples pájaros de colores. En el itinerario pasamos por la antigua
ciudad portuguesa de Bandel, por el distrito de Hugli, lleno de jardines con
flores, y por la ciudad de Bordomán, importante nudo ferroviario, que nos
recuerda nuestra Ourense. Al llegar a la estación de Bolpur todo tipo de rixaks
(taxis de tres ruedas tirados por ciclistas) y coches, quieren llevarnos a
Santiniketon, el lugar tagoreano situado a menos de tres kilómetros.
EN LA MORADA DE LA PAZ
El lindo nombre de Santiniketon se lo puso
Devendronath, el padre de Tagore. Compuesto de dos palabras sánscritas “Santi”,
que significa “Paz” y “Niketon” que es “Morada”, por lo que el nombre completo
viene a significar “Morada de Paz”. La verdad es que este lugar es un
auténtico paraíso de paz. Mi deseo en el futuro es crear aquí un Centro
Cultural de intercambio de alumnos y profesores de Oriente y Occidente, gran
ilusión de Tagore y todavía hoy sin hacerse realidad. También me gustaría crear
en la nueva Facultad de Idiomas recientemente construida una sección de Estudios
Latinos, para la difusión de la lengua y literatura castellana y
gallego-portuguesa. Paralelamente estoy moviendo a los tagoreanos que existen
en el mundo y a los diferentes Centros Tagore de varios países, para lograr que
la UNESCO declare Santiniketon como “Patrimonio de la Humanidad”. Pero antes
hay que conseguir que los dirigentes de la universidad tagoreana de
Visva-Bharoti (“Sabiduría Universal”) traten de recuperar muchos de los
principios y modelos educativos que Tagore puso en práctica en su día y
mientras vivió.
Cuando Robindronath tenía 40 años, después
de cuidar de las propiedades familiares en la Bengala Oriental, hoy de nombre
Bangladesh, decidió crear la primera escuela nueva de Oriente, al estilo de las
escuelas nuevas europeas, sin perder el sentido espiritual de la cultura india
y los santuarios del bosque de su país. Una escuela nueva modélica que yo
considero la más completa de todas las que han existido en Europa y el resto
del mundo (algunas de las que todavía funcionan hoy). Para crearla consiguió el
permiso de su progenitor que, para este noble fin, le cedió la gran finca de
Santiniketon. El día 23 de diciembre de 1901 inauguró la escuela y realizó así
su gran sueño que acariciaba desde hacía tiempo. Tagore quería crear una escuela
en la que los niños fueran felices, distinta a las que el mismo tuvo que sufrir
durante su infancia en su ciudad natal calcutense, por lo que pronto abandonó
la enseñanza. Para recibir clases particulares con distintos preceptores en el
palacio familiar de Thakurbari, en el lindo barrio de Jorasanko de Kolkata,
donde hoy está instalado un hermoso museo.
Durante los más de ciento trece años de
vida, esta escuela, situada en un bosque inmenso de árboles centenarios, y
algunos milenarios, se fue configurando como un gran complejo educativo. Con
una extensión similar a la que tiene la ciudad de Ourense, funcionan todavía
hoy allí todo tipo de centros educativos. Desde escuelas infantiles para los
niños y niñas de la zona y los de las aldeas próximas, a escuelas primarias,
secundarias, de formación profesional, granjas-escuelas, artes y oficios,
escuelas artesanales, etc., hasta doce facultades universitarias, de las que
las más antiguas son la de Bellas Artes (“Kola-Bhavon”) y la de Música, Danza y
Teatro (“Songuit-Bhavon”), fundadas ya en 1918. Todos estos centros de
enseñanza superior se agrupan en la Universidad Internacional, creada por
Tagore el 23 de diciembre de 1921. A la que le puso el nombre de
“Visva-Bharoti”, que significa “Sabiduría Universal”. Todo este complejo
educativo depende en la actualidad, ya desde 1951, diez años después de morir
Tagore, su creador, del gobierno central de la India. Por lo que el rector es
el primer ministro de la República, aun cuando, como es natural, hace allí las veces
de rector un vicerrector, que en bengalí lleva por nombre el de “Upacharyo”.
Con más de cinco mil estudiantes y con numerosas residencias estudiantiles, con
centros dedicados a las culturas china, japonesa, tibetana e india, el lugar es
algo fantástico, digno de ver, visitar y conocer. Puedo señalar, sin temor a
equivocarme, que no existe flor, ni pájaro, ni árbol, ni planta, en el mundo
que no exista también en Santiniketon.
Porque Robindronath era un gran amante
de la naturaleza. Aun cuando aquí hay varios y hermosos edificios, y varias
casas en las que Tagore residía, el cual tenía que mudar de residencia cada
cierto tiempo, las aulas, mayoritariamente, porque el clima lo permite, se dan
al aire libre. Cada árbol es una clase. Debajo se sientan los maestros y los
estudiantes, sobre las esterillas que portan, alrededor. En las ramas de estos
árboles, algunos de ellos mangos, cantan los más lindos pájaros de Bengala. Y,
por si fuera poco, en los alrededores de Santiniketon, hay un gran bosque de
ciervos y un lago, con sus árboles de ribera, donde descansan las aves
migratorias que vienen de Siberia buscando un clima más cálido. Numerosas
aldeas, en las que viven los habitantes de las tribus más antiguas del continente indio, llamados “Santales”, y
que la mayoría son cristianos, le dan vida y colorido a este mundo tagoreano.
Donde, lo confieso, todos los días que aquí paso soy enormemente feliz. Muchos
ciudadanos de Calcuta, con poder adquisitivo, han construido en los alrededores
de Santiniketon numerosos y hermosos chalets con amplios jardines, que hacen de
este lugar algo privilegiado. Porque además de la maravillosa naturaleza, la
luz brillante del sol y el más hermoso cielo nocturno estrellado y sin
contaminar, la alegría de sus pobladores está siempre presente. Una estela
tagoreana a la entrada dice : “Esta escuela no es una jaula, sino un nido”. Lo
cierto es que aquí se llevan a la práctica de forma perfecta y completa los
principios tagoreanos de verdad, bondad y belleza, la paz, la generosidad y el
respeto por todo lo que tiene vida, por todas las filosofías, todos los idiomas
y todas las etnias y religiones. El propio Tagore, que también fue un músico
excepcional, compuso, letra y música, la canción-himno de Santiniketon, que
expresa de forma diáfana el sentido de su escuela. La letra de la misma es :”La Santiniketon, la amada de nuestros corazones, es nuestra, y nuestros
sueños los mecemos en sus brazos. Su cara, cada vez que la miramos, es nueva
maravilla de amor; porque es nuestra la amada de nuestros corazones. Nos
reunimos a la sombra de sus árboles, en la libertad de su cielo abierto, y sus
auroras y sus anocheceres nos bajan los besos del cielo, y nos hacen sentir,
cada vez, que es nuestra la amada de nuestros corazones. El susurro del bosque
le inquieta su paz sombría, y sus macizos de amlaki se estremecen con la
embriaguez de las hojas. Por lejos que vayamos, vive en nosotros y a nuestro
alrededor. Teje nuestros corazones en una canción, y nos hace uno en la música,
afinando nuestras cuerdas de amor con sus dedos. Y nunca olvidamos que es
nuestra la amada de nuestros corazones”.
Aconsejo a
mis lectores la consulta en internet de la página www.visva-bharati.ac.in. Y la lectura de dos libros de Tagore : los que llevan por título
Morada de Paz (Shantiniketan), editado en Buenos Aires por la editorial Losada,
y Hacia el hombre universal, editado en Barcelona por editorial Sagitario.
Santiniketon
(Bengala-India)- Ourense (Galiza).-Año 2014