Por : ELVIRA PAZ GONZALEZ
La ocasión se presentó, y aunque implicaba afrontar miedos, decidí - pues no puede ser de otra manera- “abrirle la puerta”… y así es como acabé yo viajando a este país fascinante! Supongo que habrá tantas descripciones de la India como ojos del viajero que la observan… por este motivo, sin duda alguna, lo mejor es ir y experimentarlo por uno mismo.
La India fue para mí un país totalmente sensorial, estimulador… “te entra” sin pedir permiso. La India “vibra”, y en una constante y simultánea contradicción que te desorienta… pero que te atrapa! Encandila y hastía, hechiza y repele, inquieta y apacigua, agita y sosiega… ahí precisamente reside su “magia”, que sin lugar a dudas, merece la pena descubrir. Delhi, Agra y Jaipur… el Triángulo de Oro… De DELHI me queda el impacto de la zona vieja, la sensación inexplicable en el Templo de Loto y la casa donde mataron a Gandhi, y la intensidad de la visita al Templo Sij. De AGRA , el imponente Taj Mahal y la idea de que el amor a veces roza la locura… También, el recuerdo de una noche entre amigos, en la que oriente y occidente se fusionaron en una peculiar miscelánea: pollo tandoori, pan indio… y vino de cepas orensanas (gracias Toño); velada con olor a especias e incienso envuelta en el “Despacito” de Fonsi Nieto... B.S.O de este viaje sin duda! Saris, kurtas y bindis en pieles claras en convivencia con gentes de ojos oscuros y miradas profundas, sonrisas claras que se abren por un momento a la flexibilidad importada desde otra parte del mundo… De JAIPUR, cena con luz de velas y cielo de fuegos artificiales, el Fuerte de Amber y el paseo en elefante… Un viaje totalmente recomendable. Gracias Totan por todo… por hacer que fuese tan fácil. Y a mis compañeros de “ruta” les dejo este dicho: “De los buenos momentos, quedan inolvidables recuerdos”… Namasté.
La ocasión se presentó, y aunque implicaba afrontar miedos, decidí - pues no puede ser de otra manera- “abrirle la puerta”… y así es como acabé yo viajando a este país fascinante! Supongo que habrá tantas descripciones de la India como ojos del viajero que la observan… por este motivo, sin duda alguna, lo mejor es ir y experimentarlo por uno mismo.
La India fue para mí un país totalmente sensorial, estimulador… “te entra” sin pedir permiso. La India “vibra”, y en una constante y simultánea contradicción que te desorienta… pero que te atrapa! Encandila y hastía, hechiza y repele, inquieta y apacigua, agita y sosiega… ahí precisamente reside su “magia”, que sin lugar a dudas, merece la pena descubrir. Delhi, Agra y Jaipur… el Triángulo de Oro… De DELHI me queda el impacto de la zona vieja, la sensación inexplicable en el Templo de Loto y la casa donde mataron a Gandhi, y la intensidad de la visita al Templo Sij. De AGRA , el imponente Taj Mahal y la idea de que el amor a veces roza la locura… También, el recuerdo de una noche entre amigos, en la que oriente y occidente se fusionaron en una peculiar miscelánea: pollo tandoori, pan indio… y vino de cepas orensanas (gracias Toño); velada con olor a especias e incienso envuelta en el “Despacito” de Fonsi Nieto... B.S.O de este viaje sin duda! Saris, kurtas y bindis en pieles claras en convivencia con gentes de ojos oscuros y miradas profundas, sonrisas claras que se abren por un momento a la flexibilidad importada desde otra parte del mundo… De JAIPUR, cena con luz de velas y cielo de fuegos artificiales, el Fuerte de Amber y el paseo en elefante… Un viaje totalmente recomendable. Gracias Totan por todo… por hacer que fuese tan fácil. Y a mis compañeros de “ruta” les dejo este dicho: “De los buenos momentos, quedan inolvidables recuerdos”… Namasté.
No hay comentarios:
Publicar un comentario